domingo, 22 de marzo de 2015

ITALIANA LETTERA 22

Olivetti Lettera 22


La “Olivetti Lettera 22” representa con el “Fiat 500” y la “Vespa Piaggio” el desarrollo económico e industrial de la Italia de los años 50, que derrotado el fascismo y finalizada la contienda mundial había elegido constituirse en República, y debatirse electoralmente entre democracia cristiana y Partido Comunista.

La “Lettera 22” fue en 1950 la sustituta de la también portátil “Olivetti MP1”, en el mercado desde 1932. La producción, inicialmente localizada en la planta italiana, se trasladó también a las fábricas de Hispano Olivetti y British Olivetti.
"MP1". La portátil de catálogo de Olivetti anterior a la "Lettera 22"

Diseñada por Giuseppe Beccio y Marcello Nizzoli la “Lettera 22” tiene el teclado y el rodillo integrado en la carrocería. La máquina mide 8,3 x 29,8 x 32,4 cm, y pesa 3,7 kg. Se suministraba con un maletín con asa para facilitar el trasporte, y en términos generales transmite una impresión de ligereza y robustez al mismo tiempo. El rendimiento se consideró notable por la precisión de los martillos de impresión, y la cinemática de la presión sobre las teclas. 

Pero la innovación era mucho más que técnica: se trataba de ofrecer un producto de masas al alcance de todos los que en los años 50 pudieran destinar su salario mensual a adquirirla (45.000 liras italianas), animados además por una  atractiva campaña publicitaria, que finalmente permitió producir y vender más de 200.000 unidades, y exponer una de ellas en el MOMA de Nueva York.
En 1963 Olivetti presentó la “Lettera 32”, aparentemente un simple rediseño de la “22” que en realidad introducía varios cambios mecánicos que mejoraban el rendimiento. 


En la España franquista de los años 50, que tan cerca había estado de la Italia fascista derrotada por los Aliados, y cuya influencia económica seguía presente, la “Lettera 22” tuvo su correspondencia en la “Pluma 22” de Hispano OLivettí, casi de la misma manera que el “500” de FIAT tuvo su equivalente en el “600” de SEAT. 
En la España de Franco era pese a las penurias más fácil consumir productos que ejercer derechos.

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