sábado, 5 de noviembre de 2016

ARQUEOLOGÍA DE LA GUERRA FRÍA (OLYMPIA SM8 -1966-)




Escribir a máquina es trasladarse a una época en la que lo analógico, lo mecánico y lo metálico prevalecían. Hacerlo con una “Olympia SM8” de 1966 (regalo de mi compañero Vicente Izquierdo) es además viajar por un tiempo en el que la Guerra Fría imprimía las condiciones de la política, y también, los productos del mercado. 


La “Olympia SM8” que he restaurado y puesto a punto es un ejemplo de ese tiempo anterior al fin de la Historia que Fukuyama teorizaba.



La empresa alemana de máquinas de escribir “OLYMPIA WERKE AG” fue fundada en 1903, y cesó su producción en 1991, precisamente en el tiempo en el que el politólogo americano de origen japonés exponía su tesis sobre el significado de la derrota definitiva, del contendiente aferrado al otro lado del llamado por Churchill “telón de acero”. 



Aunque establecida a principios del siglo pasado en Roffhause, cerca de Wilhemshaven, la empresa, que tenía su principal fábrica en Erfurt, sufrió durante la Segunda Guerra Mundial daños que redujeron considerablemente su producción. Finalizado el conflicto la “Olympia” quedó en zona soviética, siendo nacionalizada con el nombre de “Optima”. Un número importante de antiguos empleados se trasladaron a la zona occidental, a un improvisado taller en Bielefeld para continuar la producción de los viejos modelos. La guerra emprendida entre las dos empresas por la propiedad y uso de la marca, entre la RDA y la RFA en definitiva, se resolvió por el Tribunal de la Haya concediendo a la instalada en zona occidental, en Wilhelmshave, los derechos de la marca como “OLYMPIA WERKE GmbH Occidente”; limitando los de la empresa radicada en Erfurt (RDA) al nombre comercial de “OPTIMA ERFURT”.




Las series “SM” corresponden en “Olympia” a la gama de las portátiles de tamaño mediano, mientras que las máquinas de mayor tamaño son catalogadas como “SG,” y las más livianas como “SF”. Las series “SM8” y “SM9” se introdujeron a mediados de los años 60 del siglo pasado, siendo parte fundamental del nuevo diseño adoptado por “Olympia” en esa década. La otra “Olympia”, la instalada en la RDA, con la marca “VEB Optima Bueromaschinenwerk” absorbía, consecuencia también de su propia desarrollo, las viejas marcas “Ideal”, “Erika”, “Perkeo” y “Urania”. 

La “Olympia” de la RFA será la última empresa occidental, junto a Olivetti, en abandonar la producción de las máquinas mecánicas de escribir. 




Escribir hoy en día a máquina ofrece un encanto y una inmediatez incomparable con los medios de la llamada modernidad digital. El sonido del teclear, el de golpear el espaciador, el del correr del carro, o el de la campanilla que anuncia el fin de linea, son en la “SM8” tan cautivadores como en cualquier otra máquina en buen estado de funcionamiento. Pero la “Olympia”, como “Olivetti”, ofrece calidades superiores a los de “Regia” o “Amaya” (que también forman parte de mi colección). A disfrutarla.